Bebés nerviosos en sus carros, infantes de todas las edades ojipláticos, saltarines, exaltando por su estado de excitación. Padres tensos, pensativos, con ojos vidriosos viendo a sus infantes gozosos. Abuelos orgullosos viendo cómo la semilla ya es árbol y las ramas de éste siguen con la ilusión, la magia que ellos transmitieron desde el primigenio segundo de vida de su primogénito al igual que con él hicieron.
Sevilla, la tradición, la magia, la chispa,…
Atrás -o delante- quedó el Trío Superlativo de Reyes Magos y Mágicos que sin varita, son capaces de inundar de paz, amor, felicidad plena todo aquello por donde pisan y posan mientras pasan. Pesan los recuerdos y las vivencias.
Una anualidad para el gozo, el laburar decente y responsable, el presumir de sevillanía, de honradez, de orgullo, de lealtad, honorabilidad y Mil capacitaciones más.
Aún quepo en la Urna tras los excesos navideños, las convidás reales y los relíos opíparos y desde este dominical insto a que la mecha sea infinita, la chispa nos siga deslumbrando y la llama intensa del amor y la confraternización se prolongue “sine die”. Luego ya llegará Semana Santa y veréis como la mecha es corta y los que menos, los que más.
Sean felices e imaginen que por sus ojos está constantemente Baltasar derrochando amor del dulce.