Con esta bienvenida a Bienvenido se han abierto las Puertas del Paraíso para un trianero bueno, costalero bueno, cofrade bueno, músico bueno. Un hombre bueno…
Así, con estos vocablos han osado a recibirlo: “Puelles, Bienvenido” porque para qué redundar.
Nueva hiriente, de las que hacen pupa, de las esperadas y aún así. Nueva, sí, pero maldita.
Le cuentan a este Rey Santo que los naranjos del Barrio León lloran desconsolados, que su calles parecen un desierto, que las corcheas se abrazan desconsoladas a sus líneas porque saben que no volverán a sonar igual.
Triana y su Velá, en sus días tan señalados en el almanaque y mazazo al barrio.
Marcharse entre almendras verdes, casetas inundando la Calle Betis de la alegría y todo el colorido posible es de ser muy grande y así era, es y será sempiternamente recordado este costalero de costaleros.
Las trabajaderas del Soberano, ¡ay! Si pudieran versar…
Sevilla, hay que fomentar la felicidad como vehículo para alcanzar la gloria y crean a este Rey Santo cuando exalto que estamos, vivimos, sentimos, en el lugar indicado para ello. Seanlo pues.