Dura contienda la que se nos presentó ante nuestros ojuelos y justo cuando el cielo estalla y explota de la emoción, reflejando el júbilo infinito en esta bendita tierra, concluye en fuego para anudar durante una anualidad, la felicidad plena, el colorido inconfundible y las envidias más terrenales del resto de condados y marquesados de la meseta.
¡¡Fuegooo!!
Fuego para sentenciar en amor,
fuego para apagar todo el calor
fuego para encender la noche,
fuego para poner el broche.
Fuegos y más fuegos en el cielo y todos con las antorchas listas para prender al traidor bufón de otra corte que sin gracia ni arrojo, destapa lo innecesario, enseña el cuartillo de los desechos y la cama sin hacer por unos cuantos likes y adquirir la fama típica del mediocre, la que puede y quiere hundir al prójimo para su regocijo.
Fuego y más fuego y desde mi urna condeno a todo aquel graciosillo de trío y cuarto que no defienda lo suyo -lo más nuestro- con capa, espada y catavino y cirio en mano. Ya está bien de predicar y profanar en el mismo latir del reloj. ¡Ya está bien!
Se agotó el tiempo y Sevilla respira de otra manera; Semana Santa y Feria de Abril, con eso basta al buen y al mal entendedor. Quien quiera ver que vea y el que no…
Se agotó pero ya empezamos a llenar el reloj de albero, a guardar los lunares y los volantes, pañuelos y trajes, toca volver a esa normalidad del que es feliz, toca volver a la gafa de sol para evitar deslumbrarte con esos ojos propios y ajenos con ese brillito especial del que sabe disfrutar lo suyo.
Se acabó la Feria de Abril… ¡que nos quiten lo bailao!