Por desgracia, los fotógrafos sufren constantemente el robo de sus fotografías a través de las redes sociales.
Se tratan de cuentas de distinta índole. Algunas de ellas están gestionadas por adolescentes o jóvenes que deciden hacerse por primera vez una utilizando material ajeno sin ser conscientes de la gravedad de la situación usando la típica escusa de «Me ha llegado por WhatsApp». Otras, en cambio, pueden llegar a tener decenas de miles de seguidores que utilizan estas instantáneas de manera intencionada para su propio ego y narcisismo, usándolas también incluso para conseguir patrocinadores. Otras cuentas las llegan a utilizar de manera fraudulenta para fines comerciales.
Los fotógrafos Israel Adorna, Sebas Gallardo y Santiago Molina han sido víctimas de este tipo de abusos. Así lo han relatado para INRI Información donde cuenta su experiencia personal y cómo han actuado en estos casos. La creación de una plataforma para prevenir estos asuntos o la valoración del arte fotográfico por parte de las distintas instituciones, han sido otros de los temas tratados por ellos en esta entrevista.
Israel Adorna: «¿Por qué le piden al fotógrafo que elimine su firma o nombre a la hora de ceder las fotografías para sus propios usos?»
Israel Adorna es técnico superior en aplicadas sobre la escultura y combina tanto la pintura como la fotografía. Una de las instantáneas más conocidas suyas fue la realizada hace unos meses a la Nao Victoria en un día de niebla, donde se viralizó y se compartió ampliamente por las redes sociales.
Sobre los robos de imágenes, asegura que es algo que lleva sufriendo «desde que comencé en 2013, siempre acabas descubriéndolo porque o bien te mencionan a ti directamente estas cuentas, para mostrarte que las han subido (aunque no sepan que lo han hecho mal) o bien porque tus conocidos te mencionan en ellas para hacértelo saber».
Reconoce que «el recorte de firmas es de lo más habitual y un tema que siempre tratan de justificar vagamente bajo las mismas excusas de siempre. Por lo general, este tipo de problemas siempre han venido por parte de cuentas anónimas sobre cofradías, principalmente en Instagram», enfatiza el propio artista.
«El recorte de firmas es de lo más habitual y un tema que siempre tratan de justificar vagamente bajo las mismas excusas de siempre».
Matiza que «el uso para un fin comercial sin previa pedida de permiso también es algo que he sufrido en alguna que otra vez. Una de estas ocasiones vino precisamente por una reconocida marca, a la cual no mencionaré, que se dedica a vender camisetas sobre cosas típicas de Sevilla y cofradías en general y que para uno de sus diseños utilizó una fotografía mía de la Esperanza de Triana como base, obviamente, jamás recibí disculpas al respecto tras mis quejas».
En relación a las acciones tomadas tras descubrir estos robos, han sido «llevar a cabo las oportunas denuncias a través de las plataformas de ayuda de las redes sociales. No me veo en la posibilidad, aún, de ir más allá», aclara.
Cree que no hay manera de poder impedirlo: «Al fin y al cabo el respetar la obra de un artista o quien sea siempre va dentro de la persona que comparte o que dice gustarle tu trabajo. Siempre habrá personas que carezcan del respeto que muchos aspectos de la vida merecen».
A pesar de todo, piensa que dentro de las propias instituciones cofradieras se está mejorando la valoración en los últimos años el arte de la fotografía: «La gran mayoría de las hermandades han innovado mucho en como se llevan o gestionan las redes sociales y esto siempre viene acompañado de material fotográfico de muchísimas personas. Aún así, a rasgos generales y bajo mi punto de vista, es algo bastante lejos de ser valorado o respetado en su totalidad incluso por las propias hermandades, ¿por qué le piden al fotógrafo que elimine su firma o nombre a la hora de ceder las fotografías para sus propios usos?, no concibo dar visibilidad a un trabajo, sin reconocer a quien lo ha hecho», se pregunta.
¿Por qué le piden al fotógrafo que elimine su firma o nombre a la hora de ceder las fotografías para sus propios usos?
Valora muy postivamente la creación de un tipo de plataforma que pueda dar cobijo a estos casos: «No estaría nada mal y creo que sería bastante conveniente ya que muchísimas personas desconocen hasta que punto pueden llegar los delitos contra la propiedad intelectual, muy desconocidos y bastante duros».
Para finalizar, Israel Adorna aconseja siempre «denunciar a través de las plataformas de las redes sociales que ponen a nuestra disposición bastantes herramientas. Aunque si tienes a tu mano otras medidas que van más allá de la corriente denuncia por red social, adelante, a muchas personas les hace falta el escarmiento de verse denuncias oficialmente por estos temas».
Sebas Gallardo: «Hay hermandades que facilitan mucho el trabajo para poder realizarlo y lo valoran como arte y hay otras que tratan a los fotógrafos con la punta del pie»
Otro de los fotógrafos afectados por estos robos es Sebas Gallardo. Ha participado y ha dirigido diversos boletines de hermandades y revistas especializadas de Semana Santa. Ha mostrado su obra en diferentes exposiciones, en instituciones como el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla en 2004, 2017, 2018 y en 2019 en el Ayuntamiento de Sevilla. Es analista en fotografía analógica y realiza proyectos fotográficos para revistas especializadas. Desde 2020 es fotógrafo de stock para la web norteamericana iStock de Getty Images. Es coautor de los libros: ‘Atlas de la Semana Santa de Sevilla’, ‘Simbolismo de la Semana Santa de Sevilla’, ‘Iconografía de la Semana Santa de Sevilla’ y ‘The passion in Seville – Holy Week’.
Gallardo afirma que normalmente «te avisan los compañeros fotógrafos de que tu fotografía está en otra cuenta con la firma recortada o en un fotomontaje o en alguna página web cofrade»: «Son los mismos compañeros que ya conocen mi trabajo o cualquier otra persona que ya lo haya visto con la firma haciendo uso indebido de ella».
De igual modo, da claves sobre cómo buscar si una fotografía es cogida por las diferentes cuentas o webs: «Es a través de Google, en la opción de imágenes hay un icono que es una cámara de fotos. A clickear allí te da la opción de hacer una búsqueda inversa, es decir, que tú subes la foto que quieres que Google te busque y te informa en todas las webs donde se encuentra la foto». A pesar de ello, matiza que «en parte es contraproducente, porque ves como tu fotografía está en Pinterest usada por otros usuarios, un artículo de una página web para ilustrar un producto de una tienda… Es contraproducente porque ves como a diario es usado por otras personas sin pedir permiso, o en su defecto, sin pagar los honorarios«.
«Es contraproducente porque ves como a diario es usado por otras personas sin pedir permiso, o en su defecto, sin pagar los honorarios«.
En el ámbito cofrade, se tratan de «cuentas que se dedican a subir material, ya sea vídeos o fotografías, y en Instagram sobre todo. El mayor número de gente que roban fotos son cuentas de Instagram, que no la usan como fines lucrativos, pero sí la usan para tener buen material y la utilizan para coleccionar seguidores». Sobre la firma, destaca que en la mayoría de las veces le han cortado la firma: «Ahora mismo, lo que yo uso es poner marca de agua arriba a la derecha, pero si es comercial en el centro«.
Cuenta además que en una ocasión llegaron a utilizar una de sus fotografías para fines comerciales: «No es cofrade, sino de la catedral de Sevilla. La usó una empresa de eventos sevillana para ilustrar unos abanicos y no me avisó. Me contaron que la imagen les llegó por WhatsApp que es lo que ocurre en la mayoría de los casos y ellos no se preocuparon por averiguar quién era el autor de la fotografía. Ellos me pidieron disculpas y no les desnuncié. Tenía previsto hacerlo pero no lo hice al final. Me perjuraron que no lo volverían a hacer. Incluso tuvieron un detalle muy bonito conmigo y con mi familia».
Cuenta además los pasos que se deben de seguir cuando alguien sufre el robo de sus instantáneas: «En primer lugar, cuando descubro que hay un robo de fotografía, me pongo en contacto con la persona y amablemente intento llegar con él a un acuerdo. Este acuerdo sería que la retire donde la tiene puesta o que la pague, es decir, le mando la factura y le digo cuánto es. Inmediatamente, cuándo les digo lo de la factura, proceden a la retirada casi en la mayoría de los casos. Si no hubiera un acuerdo verbal o una disculpa o una recompensa, sí procedo a la denuncia. Hay que emplear tiempo y dinero, pero si se pone fea».
Si las fotos están en las redes sociales, «ya sea Instagram, Twitter y Facebook, procedo a utilizar el modo de denuncia de cada red social, que es bastante efectiva. Tú rellenas un formulario y se insta al usuario que lhaya cogido la imagen que la retire o le cierra la cuenta. Si por ejemplo, la veo en una página web, procedo a hablar personalmente con el SEO de la empresa a la que pertenece la web y se ha llegado a un acuerdo económico por el trabajo, y sino, lo denuncio»
Siempre recomienda que «para cuando es una fotografía de un lugar muy turístico, o más concretamente de Sevilla, de alguna cofradía en el que tú detectas que puede ser «comercial» se le pone una marca de agua visible, por lo que la va a usar de manera fraudulentamente, estudia mirar otras fotografías. Entre una fotografía con marca de agua en el centro y otra sin marca en el centro, es más sencillo buscar la segunda. Por lo tanto, uno de los remedios es poner una marca de agua en el centro. Sí puede estropear la composición fotográfica, sino sería barra libre para todos. Sería mi manera de ponérselo más difícil a este tipo de personas que andan lucrándose sus cuentas de seguidores o bancarias. Otra manera de impedirlo no hay… Tomar acciones legales una vez de que ya está hecho el daño».
Da también su punto de vista sobre si el Consejo de Hermandades valora realmente la fotografía: «El Consejo premia el arte fotográfico todos los años con el premio periodístico fotográfico Jesús Martín Cartaya. No sé si es suficiente o no con eso. La verdad que en el aspecto cartelístico se podía valorar más la fotografía en Sevilla. Siempre digo que hay muy buenos fotógrafos en la ciudad, quizás en la zona donde haya mejores fotógrafos en toda España y aprovechar el arte fotográfico para ilustrar un cartel».
«Siempre digo que hay muy buenos fotógrafos en la ciudad, quizás en la zona donde haya mejores fotógrafos en toda España y aprovechar el arte fotográfico para ilustrar un cartel»
Por parte de las cofradías, «algunas sí lo hacen y otras no valoran el trabajo del fotógrafo. Hay hermandades que facilitan mucho el trabajo para poder realizarlo y lo valoran como arte y hay otras que tratan a los fotógrafos con la punta del pie. Yo he tenido algún caso en el que, digamos, el fotógrafo es el último escalón de un organigrama de trabajo en cuanto a sus publicaciones se refiere y digamos que en esas hermandades ha sido pisar el pie, ver el ‘gilipollismo’ que existe y no ir más, ni tan siquiera ofrecer mis servicios.
Habla sobre una plataforma que se deica a combatir este tipo de casos: «No existe solo a niveles de redes sociales y de páginas web. Hay una empresa que se dedica a buscar tu trabajo, tu portfolio en estas plataformas y lo que hace es contactar con ellos y ponerlos en jaque con un plantel de abogados, llegando incluso a interponer una denuncia si no se retira o hay compensación económica. Se llama Photoclaim«.
Para finalizar, aconseja a todos los fotógrafos que hayan sufrido estos casos es «que no se aburran, que sigan adelante con sus poryectos fotográficos, y que, en primer lugar se pongan en contacto con la persona responsable que ha hecho el delito y que lleguen a un acuerdo. Y si no lo hay tomar acciones legales. Sino se hace nada, ni se denuncia a las plataformas de redes sociales, se siguen incentivando a que continúe el robo».
Santiago Molina: «Hay mucho ignorante detrás de un móvil y lo que es peor, mucho arrogante en redes sociales que se creen que por tener una cuenta con miles de seguidores tienen la poca vergüenza de decirte que te hacen un favor compartiendo tu foto»
Otro de los fotógrafos profesionales afectados es Santiago Molina, donde ha trabajado con sus instantáneas para empresas tan importantes como Nestlé, Heineken, Viajes el Corte Inglés, Mediapro, Ikea o la Federación Andaluza y Española de Triatlón, entre otras. Por desgracia, también ha sido víctima de estos actos, tanto de imágenes relacionadas con la Semana Santa como de la ciudad: «Casi siempre lo descubro por casualidad, cuando voy echando un vistazo a las redes sociales o porque algún amigo me pasa un pantallazo de mi foto en algún grupo o donde sea que se haya publicado».
Destaca que «la mayoría de las veces las he visto con mi firma recortada o con algún filtro horrendo. Hay veces en las que se nota que la foto tiene una calidad pésima, como si viniera de un pantallazo de otro pantallazo». De igual modo, matiza que «hasta la fecha no he sufrido un mal uso comercial de alguna de mis fotos. Hubo una ocasión con una hermandad, hace ya años, que tras pedirle que me mencionaran al menos, ni si quiera les pedí que retiraran la foto, me dijeron que la foto les pertenecía a ellos porque salía su titular y por tanto la podían usar».
Tras descubrir estos robos, «solía ponerme en contacto con la cuenta en concreto, pidiendo que me mencionasen. Pero llega un momento en que cansa, sobre todo por las respuestas que he llegado a recibir«.
«Hay mucho ignorante detrás de un móvil y lo que es peor, mucho arrogante en redes sociales que se creen que por tener una cuenta con miles de seguidores tienen la poca vergüenza de decirte que te hacen un favor compartiendo tu foto cuando lo único que hacen es nutrirse del trabajo ajeno y subir fotos y material que a ellos no les ha costado el más mínimo esfuerzo en conseguir», apostilla. «Por eso cuando veo una foto mia, directamente voy a los formularios de denuncia de la red social correspondiente y hago una denuncia de derechos de autor. Normalmente en menos de 24 horas la foto está eliminada y el problema resuelto, es más, si una de esas cuentas recibe muchas denuncias del mismo tipo se la eliminan de un día para otro. Siempre insisto en que para que una denuncia prospere hay que rellenar el formulario correspondiente«.
«Hay mucho ignorante detrás de un móvil y lo que es peor, mucho arrogante en redes sociales que se creen que por tener una cuenta con miles de seguidores tienen la poca vergüenza de decirte que te hacen un favor compartiendo tu foto».
Sobre si existiera una manera de impedir estos casos asegura que lo único 100% efectivo es no publicar ninguna foto, pero «en el mundo digital en el que vivimos es imposible. Al final hagas lo que hagas, le pongas una firma en una esquina, en el centro de la foto o como sea, si alguien ve tu foto y se la guarda en el teléfono ya la has perdido·.
De igual modo, cree que está demasiado poco valorada la fotografía en las distintas instituciones: «El pensamiento de que la fotografía es solo apretar un botón está bastante arraigado en la gran mayoría de personas y por tanto en las instituciones».
Lo compara con el arte, donde se le da un valor «a la técnica, al estilo pictórico empleado. En la fotografía parece que no hay técnica ni arte ni estilo cuando la realidad, en mi opinión, es que la suma de esas tres cualidades es lo que nos distingue como fotógrafos. A todo el mundo le gusta una buena foto, pero a veces nos olvidamos que detrás de esa foto hay una persona con unos conocimientos, una cámara más o menos cara y una experiencia que ha hecho posible esa fotografía. Parte de culpa la tenemos los propios fotógrafos cuando nos prestamos a colaborar con las propias hermandades sin dar el valor que realmente tiene nuestro trabajo y nuestro tiempo», reflexiona el propio Molina.
Sobre la creación de una agrupación de fotógrafos, asegura que es algo que existe en otras ciudad y funcionan bastante bien: «Seria lo ideal que se pudiera hacer algo similar aquí. Los primeros que deberíamos estar unidos contra estas conductas deberíamos ser los propios fotógrafos.
«Los primeros que deberíamos estar unidos contra estas conductas deberíamos ser los propios fotógrafos»
A pesar de ello, muchos aficionados a la fotografía que les encanta la Semana Santa y las cofradías se dan patadas por fotografiar tal o cual culto para que después sus fotos aparezcan en un boletín, en la red social de la hermandad en cuestión o que se comparta en el foro cofrade. Luego llega otro compañero poniendo en valor su trabajo, ofreciendo unas fotos de mejor calidad, con un presupuesto por delante y recibe el no de la hermandad porque ya tiene el centenar de fotos que le han mandado los otros aficionados con sed de notoriedad». «Y no lo digo de manera despectiva hacia los aficionados, sólo hacia quien regala sus fotos como churros devaluando el buen trabajo de muchos otros compañeros. Es un tema delicado que bien merece un debate aparte», afirma.
Para finalizar, aconseja para todos aquellos que hayan sufrido el robo de instantáneas que denuncien directamente: «Rellenen el formulario y denuncien. Cuando más de un usuario le eliminen el contenido y sobretodo cuando lo sufran en reiteradas ocasiones quizás se cansen de usar contenido ajeno. Las normas de las redes sociales son claras: no se puede subir contenido sobre el que no se posean los derechos. Cuanto antes pongamos en valor nuestro trabajo antes se enterará la gente que las fotos siempre tienen dueño».
De igual modo, los enlaces para interponer las diferentes denuncias sobre el robo de fotografías en las redes sociales son las siguientes:
Facebook: https://www.facebook.com/help/contact/1758255661104383
Instagram: https://help.instagram.com/contact/372592039493026
Twitter: https://t.co/47WwwDeaoG
Fotografías: Israel Adorna, Sebas Gallardo y Santiago Molina.