Publicado por Este manuscrito goza de las bondades de la nocturnidad, de lo bello del silencio, de lo sublime de lo oculto, a la callada manera.
El reto es superlativo; un cerebelo momificado, unas ideas obtusas, desérticas, aisladas, donde la espontaneidad carece de presencia robusta y aquende hallase este Rey Santo, deambulando entre vocablos, devaneándose entre la sequía y el hastío, galopando a lomos del corcel de lo inesperado, gateando por el lime de la desazón.
Y es que Sevilla reposa en barbecho, respirando, inhalando lo menester, aún colgando túnicas, recogiendo volantes de la tintorería pero con ese tufillo del que sabe que algo hace “chupchup”, cocinado a fuego lento, muy lento, con todos sus avíos para que el caldo sea el deseo de muchos, el guiso degustado por sus amigos y seguir generando felicidad en cada evento.
Silencios intermitentes tras la vorágine absoluta y el éxtasis total.
Silencioso el sevillano en estas fechas, como este pergamino sin estrenar, como una plazuela de barrio cuando su Hermandad se marcha camino de la Catedral, como una cara cuando se echan las lonas y se marcha el penúltimo cansino y algunos más.
Sin pavor me atrevo a concluir este escrito, sin pavor, sin inicio y sin final porque todo es un “stand by”, una leve soledad que en su más rabiosa e intolerante terquedad, se aferra a seguir instaurado en la felicidad. Gozos…
Marco pues como llegué, sin titubeos pero sin alarmas, sin prisas, con sordina en mi caminar, con el pergamino limpio de vocablos, con alma expectante y los ojuelos a medio abrir Piqué es momento de dormitar para volver con la renovación de las fuerzas para lo que ha de llegar.
Respeten el silencio, vívanlo en profundidad. Dice mucho más que palabras contadas por millar.
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