Publicado por Despertar, amanecer en Sevilla, contemplar un azul cielo de Sevilla. Es Domingo de Ramos y este Rey Santo se mantiene en la convicción de que el sevillano de bien, de buena condición, sabe perfectamente lo que le espera en la otra vida porque Sevilla es el Paraíso y Dios la hizo a imagen y semejanza del celestial. No cabe ínfima cuestión.
Sevilla, Domingo de Ramos, de Palmas, de gozos superlativos, de esplendor mayúsculo, de felicidad plena.
Sevilla, Domingo de Ramos de niños jugando a rezarle a la Borriquita entre caramelos, miradas a Zaqueo y estampitas. Incluso alguna medallita.
Sevilla, Domingo de Ramos de Amor y Amargura, de Paz victoriosa, de Gracia, de Penas desde Triana para quitárnoslas o la totalidad.
Sevilla, Domingo de Ramos, de esos primigenios contrastes; un Silencio que no es tal, de Buena Muerte que compite en azules con el celestial.
Sevilla, Domingo de Ramos de Estrella terrenal para reafirmar que Sevilla es el mismo paraíso, el de verdad,…
Sevilla, Domingo de Ramos, de Dolores, de Misericordia, de Esperanza, de capataces, costaleros, de esa primera Venia, de esas primeros rezos, de esas primeras levantás.
Sevilla, Domingo de Ramos, sonrisas por miles, lagrimillas por centenares por los que se marcharon a confirmar que Sevilla es el cielo, la otra vida, la prometida, la que versan desde el púlpito como la de verdad.
¡Sevilla! Domingo de Ramos. Para qué exaltar más…
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