¡Auuuuuussshhhhh!
Con estos virus que nos rodean y este brote de tos acabome de golpear en la tersa con la urna y el cimbreo ha sido tal que que se han desplazado centímetros los pilares de mi tierra al compás del oleaje producido por el vaivén de mis chorreras.
Los Reyes y Los Santos, e incluso los que somos intersección, también sufrimos de achaques. ¡Qué nocturnidad! Y mi Bea de parranda, de despedida de soltera de alguna amiguita de las que últimamente se ha echado, de esas que visten a sus niñas de princesas a los 18 para que los Patricos con patas saquen sus pajaritas y pajaritos a pasear.
Perdonen la osadía, la medicación me tiene la lengua afilada y la vergüenza la perdí al recibir las llaves del reino.
Como versaba, que solo sé lamentarme -parezco un Rey, ¡leñe!-, que Arzobispado, Ayuntamiento e intuyó que el Consejo, para justificar su circense puesta en escena han aprobado, sin previo aviso al que debieran. Un paseito, Lobera en mano, -pero solo un ratito, no vaya a resultar tedioso- de este Rey Santo por los caminos céntricos principales para que no inmoleme en mi urna y se veo un espectáculo.
La dicha sempiterna, y perdonen la redundancia, siempre será Ella y por Ella… ¡la totalidad!
Mi Virgen de Valme acontecerá Reina y yo junto a Ella, escoltándola, exaltando al mundo que por Ella Sevilla es lo que fue, que no lo es.
Reconozco que no sé toser en manuscrito pero imagínense una decena de eventualidades en las que la pluma y salido disparada de uno de esos ya tradicionales golpes de tos de estos días.
Paseíto concedido y manuscrito concluido.
Sean felices y cuídense.