Rumores, ecos al girar una callejuela, leves susurros premeditados utilizados a modo de sondeo.
Septenaria de resaca, de regresos nuestros hogares de ladrillo, cemento y tela, añorando telares, rayas, colores, algarabía, albero, farolillos e incluso una incómoda e inevitable lluvia, fiel a la citación con las festividades del reino. Septenaria de nuevas cuál cúmulos en el aire, masturbación cerebral de la cohorte y la totalidad que se esfuma.
Palabrería interesada y necesitada, utilización de nuestras devociones bajo una excusa que a este Rey se le antoja nimia para los organizadores de la Magna eventualidad, mas si cabe, cuando en dichas centurias, escasez máxima a la hora de reconocimiento a la figura superlativa del Reconquistador aquende presente.
Incluso loterías… apuestas azarosas acerca de los Titulares que deben acudir para conformar dicho cortejo Magno tan eventual y excepcional como el motivo al que aferrarse.
Versado lo cual, exijo encabezar el cortejo, tal cual ocurriese 775 anualidades pretéritas, a hombros de sevillanos de bien.
Sabedor pues de la rotunda negativa a tal término, gozaré en mensualidad venidera del paseito merecido y anhelado en el próximo Corpus Christi.
Marcho pues a mis aposentos a acicalar mis chorreras.
¡Gocen!