Los ojuelos se caen, entre testarazo involuntario y testarazo involuntario novedosas escenas se apoderan del consciente inferior pero sin retumbar en demasía.
Será la causa del día a día, el tachar cada paralelogramo perfecto del almanaque o será el cumplimentar centurias pero este Rey Santo se desmorona físicamente entre sueños cuaresmales.
El sentido no perdido es el causante de este manuscrito, el que versa por mí, el que promulga bellas sinfonías y exalta acordes tan perfectos y maravillosos como anunciadores del tempo acompasado.
Será pues la ilusión del retorno, del regreso, de la reconquista de los otros sentidos dejados atrás y que perviven en nosotros como ausentes, en stand by; estarbi para el poeta.
Atrezzos reales, súper héroes perfectamente ataviados y sonoridad perfectas se atreven a echar un pulso con el sueño de este Rey.
Corcheas, blancas y negras que luchan a porfía por conquistar y reconquistar nuestros corazones a través de la música. Partituras cercanas dedicadas al Hijo del Altísimo y su Bendita Madre; al reino…
Sevilla, al girar una callejuela abre un mundo inimaginable; una plazuela de otro tiempo, naranjo en flor, bullicio necesario y una banda tocando Cristo del Amor.
Sevilla, un templo. Se abre el telón y suena Amarguras.
Sevilla, teatro de los sueños, industria para los sentidos, Cuaresma presente, Primavera adelantada.
Despierto, abro los sacais y no, no ha sido un sueño, en eco me lleva a ti; instrumentos a la par entran y salen generando una obra maestra. Todo parece estar en las coordenadas justas. Sevilla en estado puro.