Cuando apenas el frescor de la noche alcanza, embriagado con tu aroma más primaveral, Sevilla adelanta los pulsos y se adelanta a los tiempos.
Adentrados con levedad en el mes terciario, el reino de Sevilla amenaza los modelos propuestos y aceptados por científicos, expertos en materias físicas y como un golpe de estado emocional, tutea desafiante al equinoccio y le exalta que aquí le espera ataviada con sus mejores galas, con el mejor atrezzo y Cristo por sus calles.
Llegará porque así está establecido y las rotaciones y las traslaciones serán más sencillas; ya no hacen falta tantas revoluciones y la cinta métrica espacial pasará a mejor vida. Sevilla altera lo galáctico porque para galaxia perfecta, Ella.
Y lo hace con Cristo en las calles, con María, Madre del Altísimo en sus calles, a hombros de sus hijos buenos, los hijos de Sevilla.
El reino se inunda de azahar y de via crucis, de Silencios esperados, de rachear de cuadrilla, de Vírgenes de hebrea y de priostías alegres.
Los niños vuelven a sentir, los padres sintiendo junto a sus hijos y todo lo que ha de venir. Sevilla vuelve a ser Sevilla, centro del Universo, la niña bonita preferida para todos los sentidos, Fuente inagotable de fervor, devoción y rezo.
Este Rey Santo se vuelve a sentir en vida, los naranjos están en flor, y qué flor!!!
Sevilla, flor de las flores, adalid de la belleza incontestable, de la felicidad plena de sus gentes.
Por cierto, ponme otra torrija.
