Que Sevilla tiene una pátina de historia en cada una de las revueltas de sus calles es tan evidente como que la luz de sol que la baña al mediodía sólo puede estar enjugada en la paleta de un Dios que hizo de ese rincón un lugar para quedarse a vivir a la hora del ángelus.
Todo el que la visita sabe que sostenerle la mirada es un duelo de silencios.
Todo aquel que ante Ella guarda silencio, sabe que tarde o temprano volverá a pisotear sus sombras.
Y esas sombras, y esos silencios, y esas miradas es lo que Guillermo Sánchez ha barnizado en este lienzo de libro llamado ‘La Levitación’, enseñándonos cómo era la vida en la Sevilla del siglo XVII.
Es una lectura reposada. Un aprendizaje continuo. Un sabor dulce el que se te queda en los labios cada vez que saboreas una conversación, asistes a una anécdota o revives las aventuras y desventuras que padecen sus protagonistas.
Si te adentras en sus paginas, atraviesas un zaguán del tiempo que está ahí, pespunteando cada rincón de la ciudad, cada esquina del alma de Sevilla, cada retazo de historia, de arte, de vida que hacen que la vieja Híspalis sea lo que hoy es: una dama asomada a un rio, esperando ser conquistada por un puñado de latidos sin nombre.
Guillermo Sánchez te ofrece su mano para que junto a él te adentres en un pasadizo esquinado del que saldrás más lucido, más enamorado, más prendado…
Y es generoso con su pluma. Esplendido con su vocabulario. Ambicioso en sus descripciones detalladas y a pies juntillas.
‘La Levitación‘ es un viaje atemporal al pasado. La lectura de un pergamino de piedra. Un recordatorio de la grandeza que el río Guadalquivir trajo a sus orillas… pero a su vez nos muestra el reverso humano que se quedó a vivir en el oro y la plata que venían allende de los mares.
Si tienen oportunidad, léanla. Disfrútenla. Deposítenla en un estante de sus inquietudes… y déjense llevar ese guiño de la vida que se llama Sevilla.