Cuestionario unificado en la retórica presentada en la titulación de este manuscrito dominical.
Unicidad en la interrogación la que muestra este Rey Santo. Carácter retórico ya que presento negatividad a la respuesta de nadie. Solamente la presento ante la meditación que a esta porción horaria inunda mi cerebelo.
Realidad ante la rumorología que se dispone; realidad ante la zozobra del cofrade (con c y con k) -como ya adelantó este Rey Santo en anterior y pretérito pergamino-; realidad ante la necesaria y económica existencia de Septenaria Santa.
Ficción…; ficción al anhelar que esa necesidades cofrades (con c y con k) se transmitan al rezo, a la misericordia, a la Iglesia; ficción ante lo imaginación de una variedad para lanzar temática motivo de debates y diálogos, ficción donde se antepone todo lo real, lo sufrido, lo sufriendo; la realidad…
Este Rey Santo, porque es en concepto dual, postula declaración de apoyo incondicional a la Hermandad como tal, en plural mayestático, y a la labor por encima de absolutismos, absolutistas y absolutos extremadamente relativos.
La vida en lo alto de la cultura, en el mejor de las casuísticas; la cordura y el orden sobre la locura y el desorden; el amor y la fe a unos titulares sobre alardes; Padrenuestro por delante de izquierdos; Ave Marías indiscutiblemente antes que traseras de palios marchándose por callejuelas estrechas donde solo mandan sobre la nocturnidad, la luz de Selene y la de la cera encendida en candelabros de guardabrisas llegando al barrio.
Certeza plena al afirmar que este Rey Santo es amante de la Semana Santa y de una estación de penitencia con recogimiento pero capacitado está para anteponer dicho sentimiento.
¡Cuídense! Lo que deba llegar a puerto, llegará.