Publicado por En el nombre del Altísimo, que guía mis pasos y sostiene mi cetro, elevo con humildad estas letras en honor de Aquella que es Madre y Señora mía, la Sacratísima Virgen de los Reyes, cuyo mirar vence ejércitos y cuyo amparo robustece el alma del más débil.
Cuando contemplo su sagrada Imagen, ornada de luz celestial, caminando por las callejuelas céntricas del reino, siento que el mundo entero se aquieta en reverente silencio, pues Sevilla toda, que antaño fue bastión de infieles, se ha tornado en templo vivo donde sus piedras laten al compás de la fe.
Oh Señora mía, Madre de la Gracia, en tu semblante hallo reposo y fortaleza; en tus manos, que semejan bálsamo divino, descubro la paz que el guerrero anhela tras la lid y la victoria. Tu paso por esta tierra es río de esperanza, es aurora sin ocaso, es corona más noble que todas las que ciñen a los reyes.
Y si Lobera conquistó ciudades, tu ternura ha conquistado mi corazón; si mis huestes levantaron murallas, tu presencia ha levantado mi espíritu hasta el cielo.
Sepa, pues, Sevilla entera, que Fernando, Rey y Santo, más que vasallo de la Corona, es siervo perpetuo de la Reina de los Cielos, a la que llamo con amor indecible, Virgen de los Reyes.
Sea tu andar por estas calles lámpara que nunca se extinga y memoria eterna de que, mientras viva el nombre de este Rey Santo, tu gloria y tu dulzura serán canto y fortaleza de este Reino.
Sean pluscuamperfectamente felices.
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