Publicado por En el nombre del Altísimo, su Hijo, Expirante en la Calle Castilla y el Espíritu Santo, Uno y Trino, y de la Santísima Virgen María, su Bendita Madre, Esperanza de la totalidad y que habita allá por el Arco,
Fernando, Rey y Santo, desde mi acristalado aposento, a mis fieles súbditos de la Ciudad de Sevilla, salud y bendición.
Sepan todos que, habiendo entrado ya en la Cuaresma, en este segundo domingo, tiempo de penitencia y recogimiento, no está lejos la llegada de la Septenaria anhelada, en la cual hemos de conmemorar con devoción los Misterios de la Redención de Nuestro Señor Jesucristo.
Y porque Sevilla, ciudad de cristiandad ferviente, ha de honrar esta semana con la pompa y la solemnidad que le es propia, ordeno que se dé inicio a la disposición de los palcos en la Plaza de San Francisco, donde el pueblo fiel habrá de congregarse para presenciar con reverencia el discurrir de los sagrados cortejos. Dispónganse también las primeras sillas, a fin de que quienes asistan puedan hacerlo con decoro y recogimiento.
Así, con orden y diligencia, Sevilla verá erigirse los signos que anuncian la inminencia de esas fechas, para que, en fervor, nos preparemos para vivirlos.
Que el Señor de San Vicente, en su infinita Misericordia, bendiga esta empresa y guarde a la ciudad bajo su amparo, mientras el gozo se extrapola a cada traslado, a cada Via Crucis, a cada Besamanos interpolándose amor, fe y devoción que se entrelazan con rezos, suspiros, lágrimas y plegarias.
Yo, Fernando, Rey le exijo maximizar su felicidad, recogimiento y preparación.
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