Y la Niña volvió a Triana

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Cuentan nuestros ancestros que un buen día una jovenzuela atrevida, de faz bellísima, se enamoró de la gracia y el desparpajo de un zagal y que la traía loca de amor.

La niña vivía en El Arenal y que cada vez que podía se escapaba de la mirada controladora de su madre en busca de ese beso furtivo a Triana hasta que un buen día el amor se acabó pero ella, en su pureza, volvía a cruzar el puente de barcas para respirar y recordar mientras trazaba líneas manuscritas dejando todo por escrito.

Anoche vivimos en nuestro desconocimiento, la repetición de esta bonita e intensa historia de amor donde la Niña del Arenal, Piedad Coronada, soportando en su regazo la Misericordia más pura, cruzó a Triana en busca de Esperanza y se topó con Ella de frente y cara a cara, mirándose a los ojos -¡qué ojos!- se dijeron secretos a voces que pasarán a la historia del recuerdo. Cuando pasen décadas, se recordará este nuevo paseo hacia Triana y algún truhan, alterando un poco la realidad vivida podrá decir que aquel trianero que la engatusó estaba en la bulla de la Calle Pureza para verla llegar y que en su timidez, y ante tanta algarabía, no se atrevió a llamarla como siempre él hacía.

No busquen más, en Sevilla la totalidad tiene un porqué y ayer se volvieron a dar la mano dos barrios acostumbrados a las despedidas, también a los saludos elegantes y reverenciales y anoche, allá cuando el tiempo se detuvo entre las aguas del Río Guadalquivir, la Piedad se impregnó de Esperanza haya la próxima Madrugá y Triana entera se desbordó por el cauce que Ella traía, recién Coronada.

Que se detenga el tiempo y los pulsos y estos momentos se hagan eternos. Escribanos, manuscribamos para los infantes venideros, hazañas tan románticas como la conquista baratillera del ancestral barrio de Triana y hagamos aún más superlativa nuestra historia.

Y ya, para despedirme en este dominical, qué guapa iba la Niña del Arenal, aunque este Rey Santo, por razones que algún día se conocerán, pierde el sentío con Caridad, la otra niña, la morena, la más gitana del Arenal.

Sean felices y guarden con recelo los momentos vividos.

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