Echando el cerrojo

Avatar de Rey San FernandoPublicado por

Tal vez recuerden el adiós a las aulas magnas y no tan magnas de vuestros centros educativos y universitarios con cariño, odio, rencor, alegría e incluso con un pellizco de cada sensación por la totalidad de vida acaecida entre sus desconchadas paredes donde maestros brillantes y otros no tanto en el arte de la docencia y la exposición, impartían cátedra y otros, habría que (im)partirsela para de no volvieran.

Esta reflexión de domingo, dominical por tanto, sale de lo más profundo de un corazón estudiado en el noble arte de la espada, la estrategia, el honor y la entrega. Eran temporalidades donde las ingenierías no iban más allá del lanzamiento parabólico para que una catapulta acabara con más moros que nuestras espadas y a ojuelo, calcular el ángulo del cañón para que la bala llegara a esa distancia máxima deseada. No sé si pedir perdón por mi atrevimiento.

Luego pasaron las décadas y mi hijo, tan sabio como mal rey, demostró que la no lesa se hallaba en la escritura y ahí tenéis su apodo para superlativo orgullo de su Real y Santo padre. Y llegaron sus hermanos. Todos. Muchos. Y llegaron las escuelas, y con ellas, el desahogo de ver como la evolución llega y se queda en ellos, y madrugan y maduran paseando sus libros, libretas y pergaminos con aires de grandeza, orgullosos de sus trabajos sin saber que el orgullo es de los padres al verlos crecer y realizarse.

Hoy, primer dominical sin clases, mi homenaje a esos maestros e incluso profesores, que entregan su vida, de manera simulada -no como en tiempos pretéritos-, a la docencia.

Personas cultivadas que dedican su labranza a sembrar y sembrar sin recolectar mucho, para que el producto natural madure lentamente y la recolecta final sea digna de hucha del Domund en centro concertado.

Hoy, aquende, con la revolución infantil en forma de hijos ociosos en estado constante de aburrimiento, manuscribo izado y en majestuoso aplauso, por su labor comprendida pero no tan querida como se debiera, exalto mi felicitaciones más efusivas al colectivo docente del reino mientras se echan los cerrojos a los portones.

Sean felices y jueguen como infantes.

Deja un comentario