El cartel de la controversia

Avatar de Carlos IglesiaPublicado por

Mucho se ha hablado en estos días del cartel de la Semana Santa de Sevilla de este año 2024 realizado por Salustiano. Opiniones para todos los gustos donde se ha generado una clara división entre detractores y amantes de este tipo de arte, trasladando incluso el debate a lo político.

Bajo mi punto de vista, se trata de una magnífica pintura que refleja muy bien el estilo del propio autor y que podría estar en cualquier sala de arte contemporáneo a nivel internacional.

Pero… ¿Representa de manera fehaciente la Semana Santa de Sevilla? Bajo mi opinión… Un NO rotundo, a pesar de contener elementos como el sudario del Cristo de la Expiración del Cachorro o las potencias del Cristo del Amor. Aunque sea una magnífica pintura, un cartel de esta índole debe de representar lo que se anuncia: la Semana Santa de Sevilla y no se contempla en ningún lado, a la vista, no sólo por parte de un servidor, sino de los propios sevillanos.

Queramos o no, la Semana Santa de Sevilla es barroca. Desde Martínez Montañés hasta Ruiz Gijón, pasando por Juan de Mesa, Andrés y Francisco de Ocampo (tío y sobrino) y Pedro y Luisa Roldán (padre e hija), entre otros, modelo imitado en los siglos siguientes hasta nuestros días. La Sevilla cofrade quiere ver una representación de sus imágenes devocionales con un estilo que para nada corresponde a los que estamos acostumbrados.

Es curiosa la polarización que se ha llevado a cabo a lo largo de estos días. Por un lado, están los Torquemadas del Arte. Snobs que pululan en las redes, muchos de ellos, sin tener conocimientos en la materia ni del propio autor, en la que a través de su superioridad moral atestiguan que si no te gusta el cartel «es que nunca habéis ido a un museo» o básicamente «sois unos analfabetos». Por otra, nos encontramos con manifestaciones a los pies de la Giralda a través de un movimiento político y tradicionalista de mediados del siglo XIX (siguen sin superar que la reina Isabel II de España llegara al trono en 1833 y no lo hiciera su afamado Carlos María Isidro) y como altavoz un sacerdote de los Bermejales para hacer una oración en desagravio «por el cartel blasfemo». Hasta el propio autor de la obra ha tenido que borrar sus redes por la ostigación de determinado sector.

Un debate que ha trascendido más allá de nuestra fronteras y ha abierto telediarios a nivel nacional e internacional, y calificándolo como «cartel gay», tachando a los sevillanos poco más que unos homófobos o echando pestes a todo lo que huela a Iglesia y a la Semana Santa hispalense. Opiniones de hasta líderes republicanos que convocan ‘pseudoelecciones’ para la independencia de un territorio de una manera ilegal, que considera a los andaluces como unos vagos.

Es un cartel que pasará a la historia de la ciudad por la trascendencia que ha tenido, jamás vista en ninguna obra de estas características. Una obra controvertida en la que no ha gustado a la ciudad por no haber representado fielmente las cofradías de la ciudad a tenor de lo que espera el pueblo.

Es cierto que Salustiano ha seguido su propio estilo y realizado de manera magistral, aunque esté en las antípodas del barroco imperante en la ciudad. Posiblemente el error no haya sido la obra como tal, sino de la elección del artista por parte de un Consejo de Hermandades. Un intento de diversificación de otros estilos artísticos, como pasó con Manolo Cuervo el pasado año, aunque esta ocasión resultara fallido.

Un debate que aún sigue coleando y en la que parece que nadie puede ponerse de acuerdo, por lo que seguirá siendo la ‘comidilla’ de toda la Cuaresma.

Y para finalizar… ¿Por qué el Consejo no vuelve a los carteles fotográficos como había originariamente, y aprovechando que Sevilla cuenta con los mejores fotógrafos de la ciudad? Ya ese ‘melón’ lo trataremos en otra ocasión.

Deja un comentario