El año 1965, coincidiendo con las Misiones Generales, dejó numerosas estampas inéditas e históricas para el recuerdo en muchas corporaciones.
Una de ellas fue la Hermandad de los Estudiantes, que llegó a trasladar al Cristo de la Buena Muerte a la caseta del Real Círculo de Labradores, cuando la Feria de Abril se encontraba en el Prado de San Sebastián, para presidir un centro misional.
Un dulce preludio
Los orígenes de la hermandad radican en la iglesia de la Anunciación. La sugerencia del catedrádico José Bernal Montero puesta en práctica por unos antiguos estudiantes de la facultad de Belas Artes dirigidos por el catedrátrico Francisco Murillo. La fundación de la entidad tuvo lugar el 17 de noviembre de 1924, y el Martes Santo de 1926 tuvo lugar su primera estación de penitencia a la catedral.
Tras los años 30`s y 40’s, y un año después de la celebración de los actos de su 25.º aniversario, en 1950 se aprueba en cabildo extraordinario de hermanos su traslado a la antigua Fábrica de Tabacos, el actual rectorado de la Universidad de Sevilla. A pesar de ello, no se hace efectivo hasta 1966, ya que en 1959 comenzaron las obras de reforma de su capilla, situada en la propia Lonja de la calle San Fernando.
Un sueño después de dieciséis años y que tuvo en un dulce preludio en 1965.
La celebración de sus cultos en la caseta del Real Círculo de Labradores
En 1965, y motivado por el ambiente del Concilio Vaticano II, el cardenal José María Bueno Monreal convocó las Misiones Populares. A finales del mes de enero de ese año, unas 55 corporaciones trasladaron a uno o varios titulares a zonas lejanas del Casco Antiguo en andas procesionales y sitios sin mucha ostentación y puestos en altares sencillos.
Una de ellas fue el Cristo de la Buena Muerte de los Estudiantes. Fue trasladada desde la Anuncuación a la zona 10ª. Centro nº4, en concreto a la caseta del Real Círculo de Labradores. Cabe recordar que cuando la Feria de Abril se situaba en el Prado de San Sebastián, entre 1847 y 1972, la única caseta que permanecía de forma permanente durante todo el año era la de la institución de la calle Pedro Caravaca.
Allí se pudo ver una estampa inédita, y que muchos fieles y devotos se postraron ante la imagen. Con el fondo de las clásicas lonas de la caseta a rayas estuvo la imagen bajo un senncillo dosel acompañado por varios hacheros. Alrededor se situaban varios antiguos guiones universitarios, de los que se encontraban de la facultad de Derecho, Ciencias, Medicina y Filosofía, además del estandarte de la corporación. Para los fieles y hermanos se dispuso varias filas de sillas de enea.
Como curiosidad, el Real Círculo de Labradores también llegó a acoger a otro crucificado. Se trata del Cristo de las Misericordias de Santa Cruz, aunque lo hizo en sus instalaciones del barrio de los Remedios.