No se detendrá este Rey Santo en análisis a fecha actual, no, esos llegarán, irán cayendo como gota de cerda de cirio incandescente sobre esfera deforme de carácter tradicional.
Domingo de Resurrección, se cumplieron las palabras pretéritas y el Hijo del Altísimo se reunió con Dios Padre liderándose de su aspecto corpóreo y depositándolo en Sevilla. ¿Acaso no lo veis en casa Altar? ¿Acaso eres capaz de mantenerle la mirada al Cachorro?
No es día para chanza, porque lo que se versa de manera socarrona es para que perdura en forma afirmativa y tajante. Hoy es fecha de gozo para el cristiano e incluso para el cofrade. Comencemos pues por poseer claridad en la distinción.
En la casilla anterior, el parchís de la vida nos permitió el éxtasis con muestras devociones deambulando acompasadas a músicas no corrientes, con estampas para el recuerdo.
Del aburrido procesionar de un espectáculo visual que se quedó muy limitado poco promulgaré hoy, tampoco es momento aunque ahí queda para los anales.
Se acabó la Septenaria del pellizco, de la saeta desgarradora, de las lágrimas improvisadas y sin previo aviso. Se acabó aunque perdurarán sempiternos esos instantes que hacen inmensos nuestros corazones porque los inunda hasta desbordarlos. Quédense con eso.
Este Rey se marcha a la urna pleno, con la epidermis tensa de tanto acumulado en su interior y que irá desgranando, dominical a dominical, tratando de compartir cada experiencia, cada estampa, cada momento vivido y gozado.
¡Sevilla! Se cumplieron las palabras pretéritas… Jesucristo ha resucitado y no titubeen, lo ha hecho en el reino de la luz, del color, de la fe. La Gloria…