Publicado por Promulgan aquello de Sevilla para nacer, Sevilla para vivir y Sevilla para morir y desde la tarde pretérita del día anterior al actual dominical, y Sevilla para resucitar.
Porque el Reino no requiere días santos, septenarias marcadas en el almanaque de nuestras cocinas, ni túnicas, ni tardes taurinas. Dios Hijo resucita en Sevilla con cada paseo por Santa Marina.
¡Ay Aurora!
La semana vino con discrepancias rancias, añejas e incluso vestustas entre cristianitos de perfil hacia la galería en la crítica al cristianito defensor de la música de a pie con la sintonía adecuada y sonando Amor de Madre, y la Clámide Púrpura.
¡Sevillano! Dejen entre vosotros Fe herir sensibilidades; traten de recuperar el sentimiento, el pellizco, la devoción y el rezo. Que la lágrima furtiva sea común, en silencio, sin estridencias callejeras, sin alardes devocionales que escondidos en la muchedumbre se hacen latentes y protagonistas y respeten.
Y respecten…
Y mientras, Jesús volvió a resucitar sin fecha marcada, sin horario, sin casi previo aviso.
Extraordinaria en Santa Marina, tan extraordinario como que Jesús volvió a la vida y nosotros con él.
Salgan del sepulcro y de las tinieblas, Sean felices. Sonrían que Sevilla sigue sabiendo cómo hacer las cosas cuando se exalta a Dios y a su Bendita Madre.
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