Anonadado, desconsolado, instalado en la desolación y la tristeza más absoluta. Así hallome desde la fecha en que se dio luz al listado de Titulares devocionales que han recibido nueva expresa, formal y dedal -no titubeen en que han sido otorgadas a dedo-.
Este Rey Santo y la hazaña conmemorativa son solamente una excusa vaga para el montaje circense del anhelo y no poseo poder de un Consejo desaconsejado que no se deja aconsejar, que habita San Gregorio plácidamente mientras la Semana Santa se contamina, se plaga de conflictos innecesarios, simplistas y ombliguistas y sigue ojeando diarios con la mínima prestancia.
Sevilla es, o era, Sevilla, pionera, rancia y floclórica a particiones igualitarias, la única capacitada para mostrarse al mundo en su Fe y ella era del pueblo, del mas humilde. Ahora los señoritos inundan los cortejos luciendo palmito dentro y fuera del cortejo, dentro y fuera incluso de la fila, dentro e incluso fuera del propio cortejo.
Cifra significativa, en un curso de siglo será estratosférico, de otra galaxia y en Reino seguirá sin estar a la altura.
Actualizamos microchips pero anhelamos cultura y recuerdos a lo nuestro y mantenemos en el olvido una figura aún más vital e importante que éste que manuscribe como es mi hijo Alfonso.
Toca reconquistar Sevilla de los tristes sevillanos actuales.
Perdonen el rapapolvo pero el pueblo aplaude al clasista y se olvida que la Iglesia es del propio pueblo.
Menos trajes y más monos de trabajo. Entiéndame mi verdad al versar.
Aún con la totalidad exaltada, ¡Sevilla!, sé feliz.