Un monte, un friso, lirios morados al fin y al cabo.
Una talla, Salud para los enfermos, gratitud por el momento, procesión para el desvelo.
Un Vía crucis, una Parroquia, una Fe que camina y se encamina hacia la gracia, la nuestra, la que damos, la que recibimos cada día.
Lirios morados, una cruz a cuesta y unas andas; hermanos portándote, y tú soportándonos.
Virgen de la Antigua, devoción olvidada, devoción del preterito tiempo, del presente de esta Sevilla tan Mariana.
Salud Antigua, bendita dualidad olvidada y poco valorada hasta que te paras y reparas lo vivido y lo viviendo.
Vía crucis extraordinario de la Hermandad candelaria, San Nicolas de Bari como testigo. Extraordinario ya es, ver normalidad controlada, enmascarada, en San Nicolás, en La Magdalena… normalidad acostumbrada.
Un músico ataviado camino de la Alfalfa, una veneración necesaria, sin beso solo es eso, veneración, Presentación y un rezo.
Sevilla se prepara, Sevilla se normaliza mientras caminamos hacia la Inmaculada, suspirando y pensando en Semanas Santas pasadas, rezando y rogando por volver a disfrutarla, sentirla, vivirla. Respirarla…
Dominical que concluye, con regusto y con esperanza, palabras encadenadas, bien encaminadas hacia una Estación de Penitencia necesaria y especial por lo añorada.
Sean felices y sigan cuidándose.