«A esta es”…
Buenos días, tardes o noches. Segundo fin de semana de la Cuaresma. Uno en sus pensamientos intenta meterse en los recuerdos de otros segundos fines de semana de Cuaresma, la mente de cada uno es ese ‘youtube’ particular que cada uno tenemos en nuestro interior. La fecha del calendario es lo que ponemos en el buscador y al momento tenemos miles, cientos, decenas de recuerdos de cada uno de esos días cuaresmales en los que nos imbuimos por esa Sevilla histórica, la de la historia de la ciudad, sus hermandades y sus tradiciones.
A todos los que nos atrae el mundo de las hermandades, la Semana Santa y sus costumbres, nos dejamos llevar por esta Sevilla que en Cuaresma se vuelve ciudad castellana, de costumbres arraigadas en la historia, en la tradición y en la cultura en muchos casos milenarias. Bien cierto es, que cada año descubrimos un momento nuevo, una costumbre que o bien no conocías o no te habías percatado en otros momentos anteriores.
Porque, aunque como dicen algunos la Semana Santa y la Cuaresma por ende, es siempre lo mismo, los Cofrades (con C, no con K, esa es otra especie), sabemos que no es así y lo primero que cambia es tu percepción, porque como diría Carlos Colón en su pregón: “El primero que cambia somos nosotros, no somos el mismo de un año a otro, la vida nos cambia, las circunstancias nos cambia y las cosas que vemos, las contemplamos de otra manera”. Aunque muchas veces acudas a ver a una hermandad en algún acto de Cuaresma o en Semana Santa siempre habrá algo diferente.
Y en este segundo fin de semana de Cuaresma, en la noche de ayer hubiera tenido lugar uno de los actos cuaresmales más bonitos de los que se puede contemplar y del cual, por desgracia o por suerte, no muchos medios se hacen eco, el viacrucis del Cristo de las Misericordias de la Hermandad de Santa Cruz.
Para quien no lo haya visto, no se lo pierdan el año que viene. Es un viacrucis sin cortejo, cruz parroquial, acólitos y la imagen portentosa llevada en andas por sus hermanos y el recorrido… ¡Ay! el recorrido, una delicia no, algo que va más allá. Todo el barrio de Santa Cruz, incluida, por supuesto, la plaza de la Alianza con el azulejo dedicado al crucificado de Pedro Roldán. Recorrido íntimo, cercano, silencioso… En definitiva, un acto penitencial que reconforta los sentidos, además por supuesto, de contemplar una obra de arte como la del crucificado a pie de calle, a nuestra altura y disfrutar con la maestría del artista en su realización.
Un acto de Cuaresma del que ayer no pudimos disfrutar en las calles de nuestra ciudad por las circunstancias que acontecen este año, pero un acto que volverá a ocurrir más pronto que tarde y del que todos debemos aprender a disfrutar. Disfrutar de una Cuaresma de la que, por suerte, las hermandades han rellenado de actos públicos de unos años a esta parte, hasta principios de este siglo no era muy habitual tanto viacrucis externo, en los primeros años de este siglo se han ido multiplicando dichos actos y si bien, algunos fines de semana la cosa esta un poco masificada, la mesura, elegancia y conocimiento del acto con el que la gran mayoría de ellas lo realizan, es una suerte para todos nosotros que en esta espera preparatoria que es la Cuaresma este rellena de estos actos que sin duda endulzan la espera y nos da la oportunidad de disfrutar de una Semana Santa más honda, profunda y sentimental que la que luego llega en la semana grande con los grandes pasos, la música y la gran cantidad de público. Que, por supuesto es maravillosa y el gran fin y objetivo de las hermandades, su estación de penitencia, pero la Cuaresma es diferente.
Hoy, esto son recuerdos, son nuestro canal de ‘youtube’, un video en nuestra cabeza el cual puede tener miles de reproducciones internas. Pero tienen algo que la pantalla no te da, es un momento vivido y en cada recuerdo aparecen los olores, el tacto, el frío de la noche incluso y eso solo lo da ‘tu canal’.
El mejor ‘youtube’ lo tenemos todos en nuestro cerebro. Preparen el disco duro porque tendrán que grabar muchas más imágenes para el recuerdo.
«Bueno, pararse ahí»