El cuervo

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“Cree solo la mitad de lo que ves y nada de lo que oyes.” De esta manera inicia este Rey Santo, conmemorando el alumbramiento del genial Edgar Allan Poe, un novedoso manuscrito para este último fragmento de la septenaria en vigor.

Reconozco que, a esta linealidad escrita, el pergamino no está titulado. Anhelo que la unión de vocablos guíe el sentir y lleguemos en unidad a buen puerto y como “definiría el gran Edgar, en resumen, la poesía de las palabras es la creación rítmica de Sevilla. ¿O era de la belleza?

Siguiendo con mi recuerdo, ¿y si estuviera en certeza y la totalidad de lo que vemos o sentimos es solo un sueño dentro de un sueño? ¿Sueñan? ¿Gozan de ensoñaciones donde Sevilla es el marco celestial para algarabía superlativa?

A Edgar, en ocasión novedosa versaríale que rozó la perfección más sublime al promulgar que el sufrimiento proviene del anhelo, del apego y del deseo. Imposibilidad de mostrar de otras maneras lo que este Rey Santo siente y padece por su Reino y la totalidad de sus súbditos.

“Es una felicidad maravillarse; es una felicidad soñar.” Y este Rey Santo apostilla: es una felicidad soñar con Sevilla, en Sevilla,… maravillarse es sentimiento gozoso.

Marcho y desde mi urna verso: “Deja mi soledad intacta.” Dos en mi acristalado aposento ya es multitud.

Post scriptum: maravilloso cartel anunciador de la Septenaria Máxima de este Reino. Felicitaciones a Daniel Bilbao por tamaña obra.

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