Hoy que nada tenía

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Aún con los pies en el Albero del Real y el alma lleno de amarillo, y tras un referéndum innecesario para algo tan nuestro, regresa la calma sin darle paso previo a la tempestad, salvo que la oda a la felicidad la queramos catalogar de esa manera.

No les engaño si este Rey Santo al desenrollar el pergamino en esta fresca mañana dominical lo hacía con una temática cristalina y evidente en su cerebelo. Nada más distanciado de lo que está aconteciendo.

Un café, postrado en las paredes catedralicios de mi bello y cítrico patio, la verborrea callada del silencio y miradas perdidas puntuales a rincones que te atrapan sin más remedio que el de dejarte llevar en la contemplación, hace que mi sentido del gusto se active y el calor del mejunje le dé alas a mi pluma.

Hoy, sin cartelería por justificar, sin Cuaresma, sin Septenaria a la vista, sin farolillos por colgar, me siento en Poseidón del gozo de pensar por ti que llegas al Reibo por vez primigenia. Hoy quiero ser turista de apartamento de escaso lujo comparado con mis aposentos, y mirarte absorto, como el infante que corretea por la rampa haciendo su correspondiente estruendo y deambular por tus calles pisando la totalidad de tu adoquinado, sentarme en la Plaza de la Inmaculada a ver pasar los coches de caballo, a cruzar de orilla a orilla sin perder un ápice de río que dejar grabado en mi sesera.

Hoy quiero llegar a Capitanía perdido y adentrarme en tu parque, contar las ranitas y subir al Monte Gurugú con carita de inocencia. Llegar a la Plaza España y llevarme un poco de Aníbal para mí, sempiternamente y me gustaría quedarme con una postal a los pies de La Giralda mientras su repique de campanas me retumban en el alma.

Hoy quisiera mirarte con ojos nuevos, aferrado a esa novedad que cautiva y enamora, que engancha y no te suelta. Hoy quiero contemplar ese cielo azul cielo de Sevilla caminando por el Barrio Santa Cruz, y conocer tus barrios, los pocos que quedan con aroma a puchero, con ropa tendía y niños jugando a ser hombres.

Hoy, que nada tenía, lo tengo todo al escribirte, Sevilla.

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