En el Nombre de Dios Omnipotente, que guía los pasos de los justos y sostiene en Su gracia a quienes levantan la frente hacia el Cielo, yo, Fernando, Rey y Santo, reconquistador de reinos por doquier, culpable de devolver la fe en Cristo y en su bendita Madre y promotor del brillar de todos los reflejos luminosos, orgulloso, gozoso, caigo postrado ante Ti.
Sea proclamado y asentado con letra perdurable el honor concedido a la excelsa Señora, la Divina Pastora, que guió a Francisco Ruiz Gijón en su creación aún más divina, para gozo superlativo de todo su humilde rebaño que en la collación de Santa Marina sostiene al barrio, recibe la corona canónica de manos de Monseñor José Ángel, como digna Reina celestial, pues en esta ciudad de Sevilla fue la primera en el orbe en ser invocada con tal dulce advocación.
De ella aprendieron los fieles que María Santísima, en su ternura de Madre, se muestra cual Pastora que conduce con cayado amoroso al rebaño de Cristo. Y no menor honra le cupo a esta ilustre hermandad, que entre todas fue la primera en jurar y defender con firmeza el sacratísimo dogma de la Asunción, anticipando con devoción lo que la Santa Iglesia confirmara siglos después con voz infalible.
Sea, pues, su Coronación Canónica, no sólo galardón a la piedad de los hijos de Sevilla, sino luz y testimonio de que en esta tierra bendita, fértil en fe y nobleza, arde perpetua la llama mariana.
Y yo, Fernando, por la gracia de Dios rey de Castilla y León, postrado en espíritu ante la Soberana Pastora, alzo este manuscrito para que las generaciones venideras recuerden que en la raíz de Sevilla se halla sembrada la gloria de María, cuya corona es reflejo de la eterna victoria en los cielos.” guía los pasos de los justos y sostiene en Su gracia a quienes levantan la frente hacia el Cielo.
Con gozo superlativo, alzo mi cazo de vino para brindar por la felicidad. Atrápenla, vívanla y compartan con sus prójimos más próximos.
