Fe y loor a mi Virgen del Carmen

Avatar de Rey San FernandoPublicado por

En el nombre del Altísimo, que es Uno y Trino, y de Su Madre Santísima, cuyo manto cubre con su Patrocinio a los hombres de buena voluntad como el firmamento abraza al mundo:

Yo, Fernando, Rey y Santo por obra de la Providencia divina, indigno siervo del Altísimo y soldado de Su causa en lo terrenal, pongo en palabra manuscrita lo que mi alma grita en silenciosa alabanza: mi devoción profunda, férrea como torre y ardiente como fragua, hacia la Virgen del Carmen, Estrella del Mar y consuelo del purgatorio.

Así como el Buen Pastor no abandona a una sola oveja de su rebaño, así Vos, Madre Carmelita, no olvidáis a vuestros hijos que navegan por las tormentas de este mundo; y cual ancla de esperanza os mostrastes el pasado XVI, calenda perteneciente a la mensualidad julio, cuando los fieles del Reino, desde el más alto caballero hasta el más humilde hortelano, os tributaron cantos, ruegos y lágrimas de amor.

Decís Vos con dulzura celestial, como dijo vuestro Hijo en el monte de las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”, y a todos los que os llevan en el pecho por el escapulario, dais abrigo como la viña da sombra al caminante cansado.

No sois Vos doncella de silencio, sino trompeta de salvación. Quien a Vos se encomienda, no camina en tiniebla sino en aurora. Vos sois faro en la noche del alma, y cuando el alma se extravía, con vuestras manos de misericordia la conducís, no a juicio, sino a abrazo, no a castigo, sino a redención.

¡Oh Señora del Monte Carmelo!, si Lobera conquistó ciudades, fue porque Vos empuñabais el alma de mi brazo. Y si mi reino ha conocido la justicia, ha sido porque Vos, Reina más alta que mis coronas, velasteis mis decisiones como madre vela el sueño de su infante.

No tengo otro escudo más alto que vuestro nombre, ni otro pendón más glorioso que vuestro manto.

Por tanto, ordeno se celebre cada XVI de julio con himnos, incienso y procesión solemne en todas las iglesias de mis reinos, y que los corazones entonen el nombre de la Virgen del Carmen, porque grande es su intercesión, y dulce su mirada sobre los pueblos fieles.

Sea esta palabra memoria, y esta tinta promesa.

Prosigan ejerciendo el noble arte de gozar de la felicidad. Es un orden estricta y severa de este que aquende, concluye su misiva en el dominical presente.

Deja un comentario