El cabildo catedral acometerá la restauración del altar del jubileo. Tras su aprobación por parte de Patrimonio, el pasado mes de febrero finalizaron las labores de desmontaje de las diferentes piezas que la componen.
Se tratará de una intervención integral, que incluirá la gran vidriera óculo de ‘La Ascensión’ de Arnao de Flandes, los parámetros verticales, bóvedas, las pinturas murales y lienzos, así como los retablos de la Virgen de Belén y de la Asunción de Durango.
Por lo tanto, las celebraciones serán trasladadas a otros espacios como el trascoro, destacando la propia Semana Santa o la coronación de la Virgen del Rocío de la Hermandad de la Redención el próximo mes de julio.
El estado actual del altar del jubileo
El altar de plata presenta un deterioro generalizado, con desajustes en los ensambles, fracturas en los elementos estructurales y decorativos, así como fragilidad y desconexiones debidas a la manipulación constante.
También tiene deformaciones, fisuras y desprendimientos de elementos decorativos vegetales, además de debilidad estructural debido a la singularidad del conjunto. Estas deformaciones se han producido por impactos recibidos durante la manipulación.
Además presenta gran número de grietas y fisuras, sobre todo en los que hacen de base, o en las zonas donde se colocan los bustos de las diferentes imágenes exentas, debido a la manipulación de las piezas.
El altar del jubileo
Cabe recordar que este altar es una de las creaciones más sobresalientes de la platería sevillana y española del Barroco. Tuvo una función litúrgica determinante en las fiestas más importantes del calendario celebrativo en dicho templo, como fueron las octavas del Corpus y la Concepción y el triduo de Carnestolendas.
Fue diseñado por el pintor Domingo Martínez y materializado por los plateros Manuel Guerrero de Alcántara y Tomás Sánchez Reciente y el latonero Andrés Alonso Ximénez entre los años 1725 y 1742, y donde se reutilizó parte del antiguo aparato, esto es, el sol y la corona que a finales del siglo XVII había labrado Juan Laureano de Pina.
Sin embargo, esta obra quedó inconclusa, teniéndose que esperar a 1772 para verla acabada con Cayetano de Acosta ysu decisiva intervención en la peana del Santísimo,revestida de plata por José Alexandre y Juan Bautista Zuloaga, aunque finalmente, durante la invasión francesa, quedó reducido a un solo altar, peligrando incluso su existencia ante la feroz crítica neoclásica.
Actualmente, es considerado el monumento dedicado a la Eucaristía más deslumbrante y colosal de toda la cristiandad.
