Agotado, extasiado, aburrido, inmiscuido en el sopor, desgastado, abrumado, anonadado, minimizado.
Así, de esta manera tan explícita se halla este Rey Santo al olisquear la palabrería alarmante y alarmada que hace sonar cuernos, trompetas y campanas ante cualquier casuística de lo más vulgar para atraer al pueblo.
Podría grabar a fuego decenas de templos pero los sepultaré para evitar la polémica y subirme a la cresta de la ola (de calor).
¡Mienten!
La inexistencia de tal, hace que los salude con un ¡hola!, pero con H, ya que Sevilla no arde. El fuego lo llevamos por dentro y para el sevillano, 38-40 en la escala centesimal de temperatura es simplemente lo que aquende se denomina verano.
No caben más miedos ni más mentores, cada unicidad con sus mentiras. Ya dudo de su búsqueda, de su motivo, de su finalidad. ¿Alcanzar la alarma social les supone algo más que unos cuantos de likes? ¿Esa es la vida de algunos?
Rejuvenecerme y actualizarme es convivir en redes para que este Rey Santo salga de la urna pero en la mayoría de eventualidades a este que manuscribe le entran ganas de volver a su acristalado y plateado aposento y echar cerrojo y que solo me atisben en visitas programadas.
En la calle, deambulando de bohemio, respirando el leve frescor de una noche cálida de verano en el reino y no contemplo oleaje como insinúan algunos. Será que la marea está baja…
Sean felices y huyan de alarmismos infundados.
