¡Alabado sea!

Sagrada forma, sagrada mañana en Sevilla y por qué no… ¡sagrado paseito!

Cuando aún sonrío por las vivencias de un Jueves esplendoroso, donde el Reino lucía como solo el Reino sabe lucir, hoy, a la data presente, un dominical donde Dios habita por las calles inundando el ambiente con su única presencia y atisbo, como Rey Santo, una pléyade de comentarios, opiniones y sentencias que machacan lo verdaderamente importante. Permitan que este Rey Santo se explique entre perífrasis y circunloquios lógicos de la edad.

El Corpus es o debe ser para el cristiano, la demostración de fe más pura y verdadera, sin cabida a la errata. ¿Qué ocurre?, pues que la degradación del enchaquetamiento y la postal recordatoria del “ego estuve aquende” ha llevado al pensamiento de que es solo un paseito entre “coleguitas” casposos, de pin abrillantado, para que las miradas se fijen en ellos y como sempiternamente, enviamos al cajón del olvido, lo mollar: acompañar, dar testimonio de fe ante Dios Sacramentado.

En las últimas y penúltimas fechas, comentarios de “esto está pasado”, “necesitamos actualizar”, “cortejo insoportable”, “hay que meter tal o cual banda”, solo hacen dejar en evidencia que lo que prima es el espectáculo y no el recogimiento de un día único, singular, sin parangón.

Solicito al sevillano, que en años venideros, inunden el cortejo de fe con su presencia, con sus primogénitos e infantes y haya que ampliar recorrido por las callejuelas céntricas de la ciudad y mostrar y demostrar que el súbdito del reino está implicado con sus creeencias.

No olviden que esta procesión es la verdadera, la más pura, la de verdad. Sin ella, no posee sentido ninguna de las procesiones que habitan incesante ordinaria y extraordinariamente el reino.

Sean felices y no exalten con rotundidad: ¡Alabado sea Dios Sacramentado!