Tan real como este Rey Santo, tan luminoso como los reflejos catedralicios en mi urna de una mañana de abril y tan idílico como los paseítos en Jueves de Corpus Christi. Así son los días que ya llegaron, las jornadas de farolillos, lunares y manzanilla, albero, flores y brindis con amigos.
Llegaron y ya son una realidad. Sevilla se viste de gala, como solo ella sabe. No traten de comparar o saldrán perdedores. Sempiternamente.
Se hizo la luz y la luz le pidió a Sevilla permiso para estar y brillar, para permanecer sin ofender.
Debajo de la Portada o en un lateral, en la caseta de tu primo, enfrente de los “Niños perdidos” o donde te guste más. Pero nos vemos en Real.
A caballo o en carruaje, andando del brazo de tu gitana, clavel reventón. Trajes y corbatas, pines en la solapa y manzanilla helá…
Insisto sin estribillo, y podría manuscribir justificando cada palo de las sevillanas, cada lance, cada vuelta, cada palma al compás.
Disfruten que solamente son unos días, disfruten pero de verdad. No titubeen en besos y abrazos que la vida dura lo que un fleco en engancharse al botón de tu pareja.
Sean felices y brinden por ello.
