Don Carnal tiene su reloj de arena limitado, extenuado, al borde de lo inevitable y mientras, con la pausa sosegada del que comienza a sentir como los pulsos se le aceleran, los días pasan, el cuentakilómetros de sensaciones se dispara y los motores carraspean con brusquedad en aras de una salida no nula que no lleve con celeridad al miércoles. Y qué Miércoles!!
Todo pasa pero antes, todo llega y ya llega lo que la totalidad lleva esperando entre prima y varales por rematar, prima y frontales por hacer brillar, reuniones, secretarias donde el bullicio se espera, mayordomías, y corazones desafiantes.
Ya llega lo que la cohorte ansía, y a escasos tres días, todo vuelve a cobrar sentido en la vida de Sevilla.
Ya llegan las fechas, ya llegan las horas de la reflexión y preparación, conversión a la sevillana, entre marchas, ensayos y preparativos.
Cuarenta días, cuarenta momentos, cuarenta lances para meter riñones en nuestras casas de hermandad para luego sacar pecho eufórico y gozoso por acompañar al Hijo del Altísimo en su paso y a su Madre aún más radiante que el propio sol. Luceros de una techumbre celestial que baja a firme sevillano para hacernos sentir en la mismísima gloria. Sevilla sempiternamente, reino prometido.
¿Han planchado ya las túnicas? Atentos a que no falten estampas, medallas y caramelos que anhelo canastos rebosantes para encauzar al infante en la dicha, en la mejor herencia.
Ya llega la Cuaresma… Sean felices.
Fotografía: Archisevilla.
