Manuscrito de despedida

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Se marcha la anualidad vigésimo tercera de la vigésimo primera centuria. Tercer milenio. Y lo hace para dar paso el vigésimo cuarto, sin más. Sin menos.

No esperen resumen cronológico de esta omitirse de fechas pretéritas y vívidas. Cada cual se aferre al recuerdo o a aquellos en los que fue extremadamente feliz y si la dicha no ha sido efímera, olviden las malas fracciones temporales en las que el dolor, la pena o la desgracia se hizo fuerte en nosotros y nuestro alrededor.

Solo es momento de bienvenida. Un nuevo día que trae consigo una nueva semana, un novedoso mes y un año que nos acerca con día más, a poder gozar de la totalidad de aquello que nos hace dichosos. Piensen la de pañales lavados y tendidos que lleva San José y María a estos días y pronto, muy pronto, la magia explotará y SSMM nos traerán todos los presentes merecidos, ¡ojalá!, que consideremos preseas.

Qué suertudos que en Sevilla la guerra nos pilla lejos, que suertudos que somos cristianos no perseguidos, qué suertudos que nuestros hijos no fallecen por el capricho de varios ricachones y las manos manchadas de sangre de adultos sin compasión que se esconden en un Dios para matar, asesinar y destrozar vidas sin la medición de la culpabilidad por el simple hecho de ser fieles a ya no sé qué libros sagrados. Malditos todos.

Y el veintitrés se descompone en el olvido rodeado de catetos reales; ojalá Correos funcionara con semejante tamaño de recoge y entrega cartas beduinos…

Les deseo una anualidad plena en lo gozoso y solo les pido que recuerden lo nuestro, lo vivido y traten de recrear, mejorándolo, todo lo bueno del cuasi pretérito 2023.

Sean felices y cuiden el fagocitar de la docena.

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