El primer llanto de un niño

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El día se despertó como extraño, las sensaciones eran obvias pero no había ecografías ni matronas en Belén.

La inquietud era el común de todos los sentimientos; los nervios y los dolores se entrelazaban. Nos contaron que todo ocurrió en un humilde pesebre, en un rincón perdido de la nada donde el frío se calaba y combatía con el calor de unos animales que atemperaban la postal y la volvían aún más idílica.

Olviden las viandas y nuestros copones, olviden corbatas, pantalones y gafas con renos, el primer llanto se produjo y con él, el mayor estruendo de la historia.

Ese primer llanto de aquel Niño fue el que le dio brillo a la estrella. Ese primer llanto atrajo a los vecinos y alguno, seguro, que alguna tinaja de vino para brindar con José, alguno se atrevería en la felicidad del momento a llamarle Pepe.

Ese primer llanto de un niño sigue retumbando hoy día y con ausencias y sin ellas, brindamos alrededor de una mesa. Muchos pensando en romanos y en “acabar con él”. Sevilla es así…

Y dos milenios después la Humanidad sigue sin aprender nada, sea de la creencia que sea, de la raza que sea, incluso de algo tan simple y simplista como de la convicción política que sea. El único llanto de un niño debería ser el primero, aquel primero que lo lleva a la vida fuera de su madre.

Hoy, a dos mil veintitrés de esta era post primer llanto de ese niño, siguen perdiendo la sonrisa miles y miles de niños en el mundo y el ser (in)humano lo sigue permitiendo para alterar cuantiosamente las arcas en sentido positivo para ellos, manchando, derrochando e inundándolo a partes iguales con la sangre de inocentes que solo deberían sonreír.

De nada servirá la venida, una nueva Natividad, empezar de nuevo el camino si seguimos sembrando muros de fría piedra entre los pueblos.

Dos milenios y el ser humano sigue sin entender nada…

Este Rey Santo, se olvida de felicitaciones decoradas y edulcoradas, sin guirnaldas ni bolas colgadas, y ruega que solo haya en el mundo esos primeros llantos de niños y que nos guíen por el mundo las sonrisas de los más pequeños.

Feliz Navidad.

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