La mafia y la magia

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En la soledad de una consonante se haya la disputa, en la simpleza de una letra se dicen tantas eventualidades, se firman y se afirman tantas sentencias que se reafirma tanto la mafia como la magia.

Permitan a este Rey Santo explicarse y tildar de mafia a esos grupúsculos manipuladores que se mueven por fanatismo o interés. No cuestiónenme si prefiero a los unos o a los otros pues ambos me la traen al pairo.

Y la magia… la Magia la pone Sevilla en cada esquina, en cada plaza, en cada saeta que rompe y rasga un alma y una garganta desgañitada rezándote susurros a voz en grito que inundan una calle de fervor y oración. Unicidad de dirección y sentido, concepto que escasea hasta la sequía más extrema en esta temporalidad que os toca vivir.

Poseer una cohorte importante en redes sociales le permiten a este Rey Santo que manuscribe tener a ciencia cierta un desglose de pensamientos ante la totalidad y cada individuo que ejerce su derecho a tomar el vocablo y dejarlo por escrito sin miedo al ridículo y a la evidencia. El desconocimiento, aparte de desconsuelo, es muy atrevido.

Alteraciones nerviosas en mi pecho ante alguna secuencia de vocablos, casi sempiternamente mal estructurada, en la que se expresa un fanatismo vacío, sobrante en demasía en la ciudad de la fe, la devoción y de María.

Músicos, juglares de hoy en día que rezan a través de la melodía pero que solo son exorno cultural, opio artístico para un pueblo necesitado de folclore. Músicos al fin y al cabo.

Septenaria convulsa, Sevilla y alrededores aleteando comentarios directos y lanzando al viento indirectas fundadas e infundadas. Razones y sinrazones, la vida misma.

La mafia y la magia que se pueden llegar a confundir. Una consonante, no es más. Intereses, dinero y poca fe, menos rezos y menos devoción de una sociedad que confunde izquierdos con padresnuestros.

En fin, siento que me distraigo de mi fin. Sevilla solamente es digna de la más esbelta y estilizada señal y lo demás, banalidad.

Sean felices.

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