Hace unos días estaba enseñándole mis cuadernos a unos cordobeses y cuando llegaron a la Semana Santa, se percataron de una de las características de todos mis dibujos, que es que las imágenes, sobretodo de la vírgenes no tienen cara o que los cristos como mucho tienen la barba.
Toda esta historia viene de lejos, de las primeras veces que salí a la calle a dibujar pasos, en otra época donde retratar no se me daba tan bien como en la actualidad, y a mi alrededor en la bulla, había gente viendo lo que hacía. En alguna ocasión hubo comentarios del tipo «por favor, sácala guapa!» que me ponían más nervioso si cabe, dado que yo dibujo a toda velocidad la escena completa de toda la calle.
Ante el temor de meter la pata en lo que puede ser el elemento central del dibujo, decidí dejarlo en blanco y a día de hoy lo sigo haciendo.
Pongo como ejemplo el dibujo que hice de Nuestra Señora de los Dolores de la Hermandad de San José Obrero.
