«A esta es»…
Esta semana, la Hermandad de la Macarena ha designado las personas que forman parte del Patrimonio Inmaterial Macareno. Todos los nombres que forman parte de la lista son santo y seña de la corporación.
Personalidades del nivel de Rodríguez Ojeda, Joselito el Gallo y Juanita Reina, le dieron un cambio y trascendencia exterior a la entidad, tal y como hoy sería una campaña de publicidad impagable para la propia hermandad. Cada uno, en sus cualidades profesionales, llevaron su nombre allá por donde estuvieron y consiguieron hacer universal a la imagen y a la entidad.
Junto a ellos están otra serie de personas que tuvieron papel relevante. Gente como Garduño con el vestir de la Virgen, Loreto y León con la forma de llevar los pasos de la cofradía y Abelardo e Hidalgo como marcas inconfundibles de la histórica Centuria que acompaña al Señor sentenciado todas las madrugadas de Viernes Santo.
El nombre número diez, es el de Marta ‘la Saetera’, el del sentimiento puro hacía su Virgen de la Esperanza. Para muchos que no pertenezcan a la hermandad o no sean del barrio quizás sea el nombre más desconocido de la lista. Pues bien, para todos ellos, decirles que Marta era el barrio, esa mujer concentraba en ella lo que un barrio de Sevilla es con respecto a su imagen más venerada, que en este caso además, es la Virgen de la Esperanza.
Para quien no sepa mucho, pasee por la calle Parras (calle emblemática del recorrido de la Esperanza en su regreso). Allí encontrará varios azulejos de la Virgen de la Esperanza en muchas casas, a excepción de dos: el de la casa de nacimiento de Juanita Reina y el de la casa de Marta, donde luce ella con su terno habitual de Viernes santo por la mañana (vestida de mantilla) cantanto una saeta muy famosa y que se puede ver con qué trato de cercanía trata a la Virgen, que si es necesario, la «riñe»:
Te fuiste pa cuatro días
Y tardas siete en volver
Madre mía Macarena,
No me lo vuelvas a hacer.
Para quien no conozca la historia de esa saeta, resumir que Marta la crea para el camino de regreso tras la coronación en la catedral, que por culpa de la lluvia la no pudo volver y se quedó en la catedral unos días más. De ahí que a la vuelta la gente del barrio, en la voz de Marta Serrano “la saetera”, le “riñiera” por abandonarlos durante tantos días.
Marta era hermandad. Todos los días visitaba el templo, antes o después de los ‘mandaos’. Cuando la enfermedad la postró en una cama, todas las mañanas de Viernes Santo, acercaban su cama al balcón y desde ella veía a la Virgen. Sus cenizas se esparcieron en los parterres de jazmines que rodeaban el antiguo atrio de la basílica. Tras ella, su legado continuó en su hija Emilia y aunque ya tampoco esté con nosotros, no falta un año en el que los balcones engalanados de su casa en calle Parras reciban a la Virgen y el capataz detenga el paso delante del balcón de Marta.
Todos en la lista tienen su sitio, todos son Patrimonio Inmaterial Macareno. El de Marta como el que más, ante esos grandes nombres históricos de la historia no solo de la Hermandad de la Macarena, sino de la propia Semana Santa sevillana.
Va por todos ellos.
«Bueno, pararse ahí»
