En estos días donde muchos sevillanos van al cementerio de San Fernando a visitar, recordar y honrar a sus familiares fallecidos, algunos de nosotros se habrá percatado allí de la existencia de un crucificado con características idénticas al Santísimo Cristo de la Expiración de la Hermandad del Cachorro.
Se puede ver a través de una pequeña rendija de la puerta del panteón de estilo regionalista de una de las personas más influyentes en la historia de la ciudad en el siglo XX, Aníbal González, esta copia del crucificado de Ruiz Gijón en un avanzado estado de deterioro y que es conocido como ‘el Cachorro del cementerio’.
‘El Cachorro del cementerio’
En el año 1919, Aníbal González Álvarez-Ossorio obtuvo un permiso por parte de la Hermandad del Cachorro para realizar una copia del Cristo de la Expiración. Esta imagen fue encargada por el escultor Eduardo Muñoz Martínez, mientras que la policromía corrió a cargo de Cayetano González, orfebre y sobrino del propio Aníbal.
Desde su ejecución la talla fue a parar al cementerio de San Fernando. En un primer momento, llegó a presidir el panteón de la familia Luca de Tena, aunque finalmente a raíz del fallecimiento de este genial arquitecto en 1929, la imagen se trasladó al panteón familiar, donde se encuentra desde hace más de noventa años.
El incendio en la capilla del Patrocinio y el surgimiento de la leyenda del ‘Cachorro del cementerio’
El 26 de febrero del año 1973, un terrible suceso marcó para siempre a la Hermandad del Cachorro. Justo el día que comenzaba el quinario en honor a sus titulares, en torno a las 15.30 horas, se observó que salía humo desde la entonces capilla del Patrocinio.
Se había producido un fuerte incendio en el altar de cultos. El joven Rafael Blanco Guillén, que se encontraba en ese momento por las inmediaciones del templo, fue el primero que pudo acceder y pudo salvar al Cristo de la Expiración, que presentaba daños graves en el costado derecho, en las piernas y los pies. Por desgracia, poco se pudo hacer por la Virgen del Patrocinio que quedó calcinada, al igual que el ajuar que portaba para la ocasión, además de otros elementos.
Meses después, Luis Álvarez Duarte realizó a la actual dolorosa a semejanza de la desaparecida. En el caso del crucificado fue restaurado por los hermanos Cruz Solís.
A raíz de este hecho, surgió una leyenda popular, algo que fue desmentido por los propios descendientes de Aníbal González en un reportaje emitido por el desaparecido programa ‘Semana Santa de Sevilla’. Se decía que se realizó una nueva talla del crucificado tras el incendio y la obra original fue a parar al panteón, basándose en las semejanzas de los daños de las piernas y los pies.
Nada más lejos de la realidad. El avanzado estado de deterioro de la imagen de Muñoz Martínez se debe a las continuas filtraciones del panteón a lo largo de las últimas décadas. A raíz de subsanarse estas humedades, se han frenado estos daños, dejando el aspecto actual.
¿Una segunda copia del Cristo de la Expiración?
También se había especulado con la posibilidad de que hubiera una segunda copia de la imagen por parte de Aníbal González.
Al parecer, esta segunda obra tenía como destinatario a su amigo Manuel Siurot para que presidiera una escuela que comandara en Huelva, aunque desapareciera durante los sucesos de la II República.